La otra tarde, estaba mi hija encerrada con la computadora a todo volumen (bendita adolescencia!) y era como la decima vez que escuchaba la misma canción y como soy enemiga de la música a todo volumen en una casa, abrí la puerta para pedirle que le bajara. Sinceramente no le había puesto atención a lo que escuchaba.
Me dice muy contenta que fulana (una de las cantantes) es novia de fulano (uno del grupo que le gusta) bla bla bla..y yo con cara de “aja..ok..ok..muy bien mi amor, bajale!” la verdad? Quería regresar a ver el programa que estaba viendo. “Ven para que veas el video!” me lo dijo con aquella voz que uno no se puede negar (a veces sí, pero ese dia no, asi que me acosté junto a ella a ver el video) y quiero contarte que me quede de a 6.
No sabes el gusto que me dio que mi hija se este tatuando esa canción en la mente, ojala tod@s hubiéramos sido programados asi desde chiquitos.
Últimamente he estado trabajando sobre las creencias aprendidas de niña – para localizar algo que quiero cambiar – y cuando estaba escribiendo todo lo que se me dijo (o se me enseño) todavía pude sentir un ligero sentimiento de impotencia, de sorpresa por todo aquello con lo que me programaron (o acepte ser programada) y de cómo aunque mi mente consciente no lo cree ni lo acepta…una parte interior mía por lo visto si…puesto que sigue siendo guiada por aquellas viejas creencias.
Si nos hubieran enseñado desde pequeñ@s a que estamos destinados a volar alto, a no hacer caso de comentarios negativos, a que tuviéramos suficiente autoestima para seguir caminando en la vida sin tropezarnos, que no importa si nos caemos, podemos levantarnos, nuestra vida hubiera sido mucho mas placentera hace años.
Afortunada o desafortunadamente el hubiera no existe, asi que no queda otra que re-programarnos nuevamente según necesitemos ahora para poder ahora sí, darnos cuenta que si tenemos alas y de hecho…están hechas para volar.
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