Tengo una amiga – sin menospreciar a quien esto recibe – que todos los dias me envía el evangelio católico y sinceramente, lo leo. Vienen muchas cosas que no me laten y no me gustan, pero ya saben, solo tomo lo que considero que en este momento de mi vida, me es útil y lo demás pues no. Pero hoy en particular me gustaría compartirlo contigo porque esta bien interesante. Obviamente lo tomo desde mi enfoque personal…pero como diría chespirito “La idea era esa!”
No le quite ni le puse nada..asi tal cual me llegó te lo quiero pasar…a mi me gusto…ojala te guste y te sirva a ti también.
El Evangelio de hoy
Lucas 8, 16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.
Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener".
Reflexión
Una de las acciones más importantes de nuestra actividad comercial es la publicidad. Las compañías gastan verdaderas fortunas para hacer que su producto sea conocido y para que conociéndolo, el público se sienta no sólo invitado a adquirirlo, sino persuadido de que lo necesita de manera indispensable. Esto es lógico, pues a través de nuestros sentidos es como conocemos y llegamos a desear lo que se nos ofrece. Este es el centro del Evangelio de hoy: que la vida cristiana sea conocida por todos para que se sientan persuadidos de que sólo en ella es posible la felicidad. Por ello, Jesús invita a todos sus seguidores a que esta vida, este estilo de pensar, de hablar, de vivir sea notorio a todos los que nos rodean. En otras palabras, nuestra vida, nuestra propia persona, es el mejor medio de publicidad para el Evangelio. Una buena publicidad atraerá a muchos a imitar y a desear vivir de acuerdo a lo que ven en nosotros; por el contrario, una mala publicidad o una publicidad negativa alejará a aquellos que están buscando un camino a la felicidad.
Permite que en tu vida se transparente Cristo; busca con todas tus fuerzas vivir de acuerdo al Evangelio. Recuerda que las palabras convencen, pero que el testimonio arrastra.
Lucas 8, 16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.
Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener".
Reflexión
Una de las acciones más importantes de nuestra actividad comercial es la publicidad. Las compañías gastan verdaderas fortunas para hacer que su producto sea conocido y para que conociéndolo, el público se sienta no sólo invitado a adquirirlo, sino persuadido de que lo necesita de manera indispensable. Esto es lógico, pues a través de nuestros sentidos es como conocemos y llegamos a desear lo que se nos ofrece. Este es el centro del Evangelio de hoy: que la vida cristiana sea conocida por todos para que se sientan persuadidos de que sólo en ella es posible la felicidad. Por ello, Jesús invita a todos sus seguidores a que esta vida, este estilo de pensar, de hablar, de vivir sea notorio a todos los que nos rodean. En otras palabras, nuestra vida, nuestra propia persona, es el mejor medio de publicidad para el Evangelio. Una buena publicidad atraerá a muchos a imitar y a desear vivir de acuerdo a lo que ven en nosotros; por el contrario, una mala publicidad o una publicidad negativa alejará a aquellos que están buscando un camino a la felicidad.
Permite que en tu vida se transparente Cristo; busca con todas tus fuerzas vivir de acuerdo al Evangelio. Recuerda que las palabras convencen, pero que el testimonio arrastra.
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