Sin duda, todos hemos experimentado en algún nivel, el placer de ser el receptor de la gratitud. Sabemos también que la sensación es comparable con pararse frente a mar y respirar su grandeza. Va más allá de la egolatría, lo racional o lo emocional; sin contar que se suma al placer intrínseco que da saber que has contribuido al bien.
Asimismo, nos hemos sentido heridos cuando hay ingratitud, cuando se ignora o se ve con indiferencia que nos hayamos salido del camino por alguien; o bien, cuando sentimos que el agradecimiento es forzado o falso.
La semana pasada en este espacio, vimos cómo los sentimientos de gratitud, amor y aprecio se relacionan con patrones rítmicos coherentes del corazón, lo que no sólo nos hace sentir bien en lo físico sino en lo espiritual y emocional. Lo increíble es que esa sensación se expande y de algún modo impacta también al que recibe un auténtico “gracias”.
Quizá te haya ocurrido que al platicar con una persona, sin saber cómo o por qué, su energía sea suficiente para relajarte, o bien, para hacerte sentir un cierto rechazo o tensión, aun sin conocerla. La razón es que la persona que nos relaja tiene un ritmo cardiaco suave, ordenado y coherente. El nuevo campo de la neurocardiología sugiere que la frecuencia cardiaca de una persona puede provocar que nuestras ondas cerebrales se empaten.
Por otro lado, investigaciones del Instituto de HeartMath en California, muestran que el corazón genera un campo electromagnético. “De hecho –comenta el doctor Robert A. Emmons– el corazón es el generador de energía electromagnética más poderoso en todo el cuerpo. El campo eléctrico del corazón es cerca de sesenta veces más grande en amplitud que la electricidad generada por el cerebro. Es más –continúa Emmons–, el campo magnético producido por el corazón es más de cinco mil veces más fuerte que el campo generado en el cerebro. Este puede detectarse hasta casi dos metros de distancia del cuerpo en todas direcciones, a través de un instrumento llamado magnetómetro”.
Cuando piensas algo y lo sientes en el corazón, crea una emoción determinada, como si fuera un lenguaje, un idioma. Este lenguaje, a su vez, crea un campo cardiaco que se modifica de acuerdo con tus diferentes estados de ánimo. Está documentado que este campo electromagnético, de hecho puede transmitir información que el otro recibe.
Por lo anterior, cuando alguien con la mirada, con un gesto o con palabras te da un “gracias” de corazón, en verdad es el mejor regalo que puedes recibir. No creo que haya nada más que te genere esa maravillosa sensación.
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