Ahora que soy adulto, me he dado cuenta que si algo de alguna persona me molesta, la solución no está en que aquella persona deje de hacer lo que me molesta, sino en mi capacidad de aceptar o no ese comportamiento.
Y si da la casualidad de que no lo acepto, entiendo que no puedo pedirle a esa persona que cambie su proceder, porque? Porque eso sería querer controlarle.
Lo que usualmente hago, es detenerme a pensar en silencio, si ese tipo de relación es la que quiero en mi vida o no. Y si definitivamente no quiero, entonces sin hacer escándalo, a veces muy sutilmente, me alejo de esa persona o le pido dulcemente que me deje en paz. Esa es la solución más fácil que he encontrado para terminar con los conflictos en las relaciones.
Si, existe la posibilidad de ejercitar la tan llevada y traída “comunicación” para poder expresar lo que siento y generar un cambio en la otra persona, pero eso usualmente pasa cuando el comportamiento que me molesta es algo ocasional…es decir cuando lo que me molesto no forma parte de la naturaleza de la otra persona.
Cuando alguien hace algo que puede no gustarte, detente a pensar si ese comportamiento es parte de su naturaleza…y para darte cuenta si es, basta con que observes 3 puntos importantes:
1) Eso que te molesta, lo hace con mucha facilidad
2) Eso que te molesta, lo hace con gran frecuencia
3) Eso que te molesta, lo hace sin sentir ningún remordimiento
Si aquello que te saca de quicio, lo has detectado como algo que forma parte de la naturaleza de la otra persona entonces la solución de un cambio radica exclusivamente en ti mismo. Por ser precisamente parte de su naturaleza, aquella otra parte difícilmente va a cambiar.
Porque difícilmente? Porque los cambios implican muchísimas cosas que poca gente está dispuesta a hacer y si debido al amor, pasión, amistad o sea lo que sea que esa otra persona sienta por ti, decide hacer un cambio, se estará forzando, debido a que va en contra de su propia naturaleza….y como lo que se forza jamás dura mucho tiempo, eso que tanto te molestaba va a volver a aparecer y lo que es peor…con mas fuerza.
Muchas veces, no hay que dejar totalmente de lado la relación si ya no estamos a gusto, simplemente podemos ir bajándole el nivel ve importante
Ese es el más poderoso y transformador cambio. Y como ya lo he expresado no necesariamente tienes que dejar la relación en su totalidad, ya que en determinados casos, lo único que hay que hacer es dejar el nivel de relación y pasarlo a otro. De novios a amigos, de amigos a conocidos, de conocidos a paisanos, en fin, el cambio que sea, pero lo que nunca dejará de impresionarme es que el verdadero cambio está “dentro de uno”, en lo que uno piensa y en lo que uno siente confiriendo valor al otro.
Es propio de una Nueva Conciencia descubrir con asombro y poder que lo que uno piense, y por ello luego uno termine sintiendo, puede ser modificado con el valor que uno mismo asigne a la relación. Por ejemplo, si la otra persona “coquetea” con alguien más, y tú le conferiste el valor a esa otra persona designándolo como tu pareja, entonces te dolerá ese coqueteo, pero qué interesante es descubrir que si a esa misma persona que coquetea igual con otra, si tú le confieres el valor a nivel de “cuatacha o cuatacho”, hasta divertido será escuchar aquel comportamiento. ¿El cambio? Exclusivamente en ti. ¿La solución? Exclusivamente en ti.
Ahora bien, si has dado el valor a otra persona condecorándolo con un nivel muy alto en tu escala de valor y tremendamente cercano en tu vida de relación y por ese afecto tan intenso no quisieras o o pudieras ya bajarlo a otro nivel de importancia, y si aquella persona se comporta naturalmente en alguna forma que te incomoda, te aseguro por años y años de ver cientos y cientos de pacientes y por lo que he vivido en mi propia vida, que la única solución también radica en ti, alejándote tú de esa persona porque su proceder te daña. La solución no está en él o ella, está exclusivamente en ti.
No vale la pena intentar que alguien a quien quieres mucho cambie su comportamiento cuando éste es su naturaleza. No podrá hacerlo por mucho tiempo, y el tiempo que lo logre, no será auténtico, no será su verdad, sino solo un bálsamo para hacerte sentir bien, pero yendo en contra de su naturaleza. Todos sufren, todos salen perdiendo. Nada bueno podrá salir de ese “cambio” que por más tiempo que dure será momentáneo. Para atreverte a cambiar tú con el poder e inteligencia de tu alejamiento, deberás de comprender a profundidad lo que alguna vez afirmó R. W. Emerson: “Es más hermosa la verdad que el fingimiento del amor”.
El problema sostenido lo he visto -y vivido en mi pasado- cuando se prefiere el fingimiento del amor por sobre la verdad. El fingimiento del amor, paradójicamente, ¡puede ser por amor y bien intencionado! Pero aún así nunca dejará de ser un fingimiento. Y es que en serio y con toda fuerza aquí aplica trascendente el que “La verdad os hará libres”. Y yo le aumentaría: y sanos y felices y seguros y en paz. Esas son las consecuencias de elegir una relación donde el comportamiento de ambos es natural, es verdadero y ese comportamiento agrada a los dos. Una relación libre, sana, feliz, segura y en paz. ¡Eso es para mí la relación perfecta! ¡Y existe! Tengo la dicha de vivirla y desde la experiencia como evidencia es que afirmo esto.
La necesidad de control -una de las más atractivas preferencias de nuestro ego- radicará en querer que otra persona se comporte como uno quiere. Y hoy aquí te desenmascararé algo que tienes que saber por tu salud: la gente se comporta como se comporta porque así es. No más. Alguien podrá “actuar” dándote gusto satisfaciendo tu control, pero te aseguro con total severidad que la consecuencia de tu necesidad de control, la consecuencia de tu deseo porque la otra persona actúe diferente (a su naturaleza) se manifestará en experiencias como las siguientes: guardará silencio y preferirá no comentarte nada de lo que hace, se sembrará el terreno propio para que se te mienta, se favorecerá el ocultamiento y la evasión.
¡Esas son las consecuencias de desear que otra persona cambie cuando tu propuesta de cambio va en contra de su naturaleza! La culpa la tienes tú. El otro miente u oculta porque tú deseas controlar. Elimina tu deseo de control, y el otro no sentirá la necesidad de mentir y ocultar, ahí sabrás la verdad, y una vez sabiéndola, tú eliges continuar o no.
¿O quieres que se te mienta y oculte para todos llevar la fiesta en paz? Para sopresa, varias personas he visto que dicen que sí, que prefieren ese ocultamiento, mentira y silencio a la otra opción... dejarse por amor a la verdad.
A ese grado puede llegar la soledad y baja autoestima de alguien. Pero cuando alguien tiene una sana autoestima y sabe que lo que viene es algo mejor por derecho y semenjanza de niveles de conciencia..., la solución del cambio está en uno mismo... en alejarse pacífica y amorosamente y tan sólo permitirse la posible nostalgia del recuerdo de los buenos ratos que coincidentalmente se tuvo con aquella persona. Pero... ¡a lo que sigue! Por el bien... de todos los implicados.
Tarde o temprano todos descubren que fue el mejor cambio. Permitir y permitirse que cada quien se desenvuelva en los niveles morales y de conciencia que por naturaleza propia a cada uno le corresponden. Reitero, el conflicto surge cuando el ave y el pez se quieren enamorar y uno terminará queriendo que el otro se comporte igual, y no podrá... por naturaleza.
Lo he aprendido y comprendido en mi vida una y otra vez, la solución de un cambio está en mí, exclusivamente en mí. Y resulta tan pacificador y empoderante saberlo. Nada depende del otro, sino solo de mí.
No puedo -ni debo intentar- modificar la forma de pensar y proceder de otro cuando ese otro actúa en forma natural, ese pensamiento y proceder radica en una mente y un corazón que no son los míos, y ahí yo no tengo la más mínima injerencia, y el tiempo utilizado en mis vanos y desgastantes intentos lo demostrará. Yo solo puedo modificar lo que está en mi mente y en mi corazón, ¡esos sí son mis terrenos!, ahí es desde donde percibo, entiendo y siento todo.
Saber que así, la solución siempre está dentro de mí y en ello aceptando gloriosamente la total responsabilidad de mi propia felicidad por lo que elijo, siempre me ha conferido una indescriptible, pacífica y amorosa libertad llena de... ¡Emoción por Existir! -Alejandro Ariza.
tomado de www.nuevaconciencia.com.mx
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